Ponemos la placa de hojaldre sobre la encimera, sin quitarle el papel de horno que trae, y sin extenderla con el rodillo.
Ahora vamos a realizar los cortes. Serán como si cortaras una tarta, pero para hacerlo más sencillo y que te queden iguales, lo haremos del siguiente modo. Primero haz un corte a la mitad, de arriba a abajo. Luego gira la placa hasta que el corte quede paralelo a la encimera, y haz otro corte de arriba a abajo. Te quedarán cuatro trozos iguales con forma de triángulo con base redonda.
Ahora de cada triángulo debes hacer tres, por lo que harás dos cortes en cada uno. Así te será más fácil hacerlos iguales. En total te deben quedar 12 triángulos que se convertirán en doce mini croissants.
Ahora espolvoreamos el azúcar por tos triángulos.
Llega el momento más importante: dar forma a los triángulos para que se conviertan en croissants. Para ello, tomamos uno de los triángulos y le hacemos un pequeño corte en la base tal y como veis en la imagen. Luego enrollamos desde ahí y hasta la punta del triángulo, sin presionar la masa, sólo ayudando con la palma de tu mano. Ahora doblamos un poco las puntas del croissant, procurando que la punta del triángulo quede mirando hacia ti, y casi pegado a la encimera.
Ya tenemos el primero que colocáremos en nuestra bandeja de horno a la que habremos puesto papel de horno. Repetiremos la operación con el resto de triángulos.
Precalentamos el horno a 250º.
Batimos el huevo, y pincelamos con mucho cuidado. Debemos hacerlo de tal modo que procuremos no tocar las aristas del croissant, porque si lo hacemos se pegarán y no subirán en el horno.
Introducimos la bandeja en el horno a media altura, durante 14-16 minutos con calor arriba y abajo, y a 210º.
Cuando estén horneados, los sacamos del horno y los dejamos enfriar… Si podéis claro, porque tendrán tan buena pinta que tendréis que conteneros mucho para no probarlos.