Preparamos el pisto
Troceamos el tomate en daditos de un centímetro aproximadamente. Reservamos.
Troceamos el calabacín en daditos de un centímetro aproximadamente. Reservamos.
Troceamos la cebolla en daditos de un centímetro aproximadamente. Reservamos.
Ponemos una sartén a fuego medio con un par de cucharadas de aceite y cuando esté caliente añadimos el calabacín. Rehogamos hasta que esté blandito. Esto te llevará aproximadamente cinco minutos. Reservamos.
En la olla de preparación añadimos el fondo de aceite y ponemos al fuego. Cuando esté caliente rehogamos la cebolla durante aproximadamente 2 ó 3 minutos o hasta que esté transparente. Añadimos el pimiento y rehogamos hasta que pierda el color.
Cuando esto ocurra incorporamos el calabacín reservado y también el tomate. Añadimos la sal y el azúcar y rehogamos.
Bajamos el fuego y dejamos que se fría hasta que veamos que el tomate ha perdido prácticamente el agua y se vuelva de un rojo intenso. No se te olvide remover de vez en cuando.
Preparamos la conserva
Tomamos los frascos de cristal que deben estar muy limpios (puedes hervirlos en una olla o lavarlos con sus tapas en el lavavajillas a un programa de agua muy caliente), e introducimos el pisto aún caliente en ellos, hasta que lleguen casi a llenarse.
Golpeamos contra la encimera suavemente para quitar el aire que se haya podido quedar al introducirlo, y añadimos otra cucharadita más de pisto.
Cerramos bien y realizamos el vacío. Hay dos maneras de hacerlo:
– Introducir los frascos bien cerrados en una olla con agua hirviendo durante unos 20 minutos (El agua tiene que cubrirlos totalmente).
– Poner los frascos boca abajo muy bien cerrados con su tapa, justo después de haberlos rellenado y dejarlos así durante 24 horas.