Para darle un tonillo picante a alguno de mis guisos, normalmente utilizo las guindillas de cayena, esas rojas muy pequeñas, que algunas de ellas son como auténticos diablos.
En una ocasión utilicé un par de cayenas enteras para uno de mis platos, (lo que había hecho otras veces sin problema alguno para la misma cantidad de comida), pero ese día, me llevé la desagradable sorpresa de que el guiso quedó tan picante, que era prácticamente imposible comerlo. ¿Por qué pasó esto?. Aún no lo sé, pero es posible que esas guindillas concretamente fuesen mucho más picantes que las otras o que se partieron al cocer. En todo caso me dije que jamás me volvería a pasar.
Así que, para evitar estos incidentes o que algún comensal se trague la guindilla entera, y acabe echando lumbre por la boca como un dragón, os muestro este truco.










